Es muy probable que tú o alguien que conozcas sufra de problemas digestivos, o rinitis alérgica (fiebre del heno), o de asma; o de enfermedades cutáneas como las dermatitis alérgicas o la psoriasis; o peor aún, que sufra de alguna enfermedad autoinmune.
Pues bien, sin importar lo diferentes que puedan parecer en un principio estas enfermedades todas tiene una cosa en común: se presentan en personas que tienen un intestino demasiado permeable.
Por supuesto, en la génesis de las enfermedades que mencionamos la herencia genética influye; las emociones, también. Pero una cosa es clara: en todas ellas, la alta permeabilidad intestinal es el factor que las causa o las agrava.
Hablemos un poco del intestino permeable.
Tu intestino es inteligente
Cuando esta sano y es normal, tu intestino cumple funciones muy complejas que van más allá de digerir los alimentos que comes y expulsar los desechos. Todo su interior está tapizado por una compleja cobertura hecha de células (un epitelio) que actúa como una barrera semi permeable e inteligente que deja pasar algunas cosas mientras que detiene otras.
Entre las cosas que tu intestino absorbe y deja pasar a tu sangre están el agua y los distintos nutrientes que tus células necesitan. Pero las toxinas y las moléculas peligrosas y extrañas serán bloqueadas de manera que no ingresen a tu organismo sino que sigan su recorrido por el tubo digestivo y sean eliminadas al exterior.
También en el interior de tu intestino existen millones y millones de “buenos microorganismos” viviendo sobre la cobertura de células que tiene. Estos son los famosos probióticos o la llamada microbiota digestiva.
Todos estos microbios son cruciales para que tu sistema digestivo trabaje bien y tu cuerpo esté saludable. Ellos evitan que otros microbios nocivos puedan crecer y enfermarte y colaboran en la digestión de tus alimentos fabricando sustancias que mantienen todo tu intestino en equilibrio.
Ahora que hemos establecido estos dos puntos (que tu intestino es una barrera y que está lleno de microbios «buenos»), veamos lo que pasa cuando estos factores se alteran.
La permeabilidad intestinal alterada es más grave de lo que te imaginas
Cuando pierdes probióticos por la razón que sea, los microbios nocivos como la cándida albicans (un hongo tipo levadura) y ciertas bacterias aprovechan la oportunidad y se multiplican de manera descontrolada atacando tu cobertura intestinal.
En respuesta, tu sistema digestivo se inflama y esto causa que las células normales de la cobertura mueran y se pierdan dejando «brechas» sobre la barrera que deberían formar. Estas brechas permitirán el ingreso de toda clase de moléculas químicas sin ningún tipo de control. A esto es a lo que llamamos un intestino permeable.
Un intestino permeable ya no es una barrera inteligente. Es una puerta abierta que permite que tu cuerpo se inunde de toxicos. Tu sistema digestivo se convierte en un foco tóxico que lentamente inunda tu organismo con moléculas extrañas (xenobióticos) que vienen con los alimentos y toxinas microbianas. En los casos más graves pueden ingresar microbios peligrosos a tu sangre y diseminarse por tu organismo.
Pero aún falta lo más grave. Asociadas a tu barrera intestinal habitan normalmente miles de células de defensa, llamadas GALT, por sus siglas en inglés. Estas se encargan de vigilar las sustancias que se absorben en los intestinos para repeler o atacar lo que encuentren peligroso.
Ya te podrás imaginar lo que ocurre cuando estas células toman contacto con la avalancha de microbios raros, toxinas y xenobióticos que deja pasar tu intestino cuando está permeable: literalmente lo que hacen es dar la alarma y todo tu sistema inmunológico se sensibiliza y se dedica a buscar y a atacar estas sustancias en tu organismo donde quiera que estas se encuentren.
Algunas enfermedades causadas por la permeabilidad intestinal aumentada.
En esta estado de cosas, con tu intestino intoxicándote y tu sistema inmunológico en pie de guerra, los tejidos y órganos de tu cuerpo se inflaman.
Órganos como el hígado, que son claves en la desintoxicación de tu organismo, se sobrecargan de toxinas volviéndose lentos a la hora de depurar tu sangre. Esto te intoxica aún más empeorando el proceso y estableciendo un círculo vicioso.
Se descontrolan tus niveles hormonales, en especial los de cortisol aunque otras hormonas también se alteran. Hay cambios en tu sangre que desequilibran la química de todo tu cuerpo y finalmente se altera el balance de neurotransmisores en tu cerebro.
Como consecuencia de todas esta tormenta, tu organismo comienza a manifestar síntomas de distinta severidad que te harán consultar y que darán lugar a diferentes diagnósticos como por ejemplo:
- En tu sistema respiratorio: rinitis, sinusitis, bronquiolitis y asma, faringitis y otitis que muchas veces no son causadas por ninguna infección, etc.
- En el sistema digestivo: gastritis crónica, reflujo gastroesofágico, síndrome del intestino irritable y en algunos casos la temida enfermedad inflamatoria intestinal, entre otros.
- A nivel inmunológico: amigdalitis a repetición e hipertrofias de amígdalas faringeas y adenoides, o de órganos linfoides como el bazo y los ganglios linfáticos.
- Sobre el sistema músculo esquelético: artritis y reumatismos extra articulares, disfunciones miofasciales, etc.
- En la piel: dermatitis alérgica (atópica), urticarias, psoriasis, y diversas erupciones y exantemas, entre otros.
- A nivel de otros tejidos conectivos: lupus eritematoso sistémico, colagenosis y otras enfermedades autoinmunes.
- A nivel neuropsíquico: migrañas, depresión, ansiedad e incluso cuadros de demencia.
La lista de enfermedades es más larga, pero recuerda que en esencia se trata de las consecuencias de un mismo fenómeno y un mismo protagonista: la hipersensibilización de tu sistema inmunológico a las moléculas que te inundan a partir de tu intestino.
¿Cómo mejorar tu permeabilidad intestinal?
Ahora que sabes la importancia que tiene tu intestino en el origen de muchas enfermedades, te invitamos a que implementes las siguientes pautas para mejorar su permeabilidad y función.
1. Evita consumir innecesariamente antibióticos y antiparasitarios.
Estos medicamentos son necesarios en muchos casos para tratar infecciones, pero es muy importante que no te automediques con ellos y que los tomes sólo cuando te sean prescritos de manera precisa por tu médico tratante. No tomes antiparasitarios basándote en la presunción de puedas tener parásitos puesto que son productos que matan la microbiota y desequilibran completamente la función intestinal.
2. Limita el consumo de carnes en tu dieta.
Los cárnicos son buenos alimentos cuando los consumes regular y mesuradamente, pero el exceso tanto en cantidad como en frecuencia, hace que aparezcan microbios propios de los procesos de putrefacción dentro de tu intestino. Esto empeora la inflamación e intoxica aún más tu cuerpo por las sustancias derivadas de la putrefacción de las fibras musculares.
3. Suprime el azúcar y las harinas refinadas de tu dieta.
El consumo de azúcar y de dulces (azúcar oculta), así como los productos hechos con harinas refinadas de cereales (productos de panadería, pastas y bollería) literalmente matan la microbiota y favorecen el crecimiento excesivo de la cándida en tu intestino, haciendo que se torne invasiva, todo lo cual agrava más el problema de permeabilidad.
4. Evita el consumo de alcohol y café.
Estas son sustancias irritantes que promueven y empeoran la inflamación de tus intestinos a la vez que sobrecargan tu hígado y lo entorpecen en su función detoxificadora.
5. Evita el consumo de medicamentos antiácidos o que neutralizan la secreción de ácido en el estómago y que se usan para tratar las “agrieras”.
Los podrías usar en situaciones puntuales (ojalá siempre bajo prescripción médica), pero el consumo regular de hidróxidos de magnesio o aluminio, que son las fórmulas básicas de la mayoría de los antiácidos del mercado, así como la costumbre de tomar frecuentemente bicarbonatos o medicamentos como el omeprazol y su familia o la ranitidina y su familia, bloquean la secreción de ácido estomacal que es la que normalmente mata microbios extraños o nocivos que están en los alimentos y que de esta forma llegan hasta el intestino.
6. Usa algún método para quitar el cloro del agua que tomas.
En muchas partes del mundo el agua del grifo se potabiliza usando cloro; esto es necesario para evitar infecciones intestinales por parásitos o bacterias peligrosas pero lo ideal sería que usaras filtros para retirarlo. Este cloro literalmente mata y altera parte de tus probióticos normales.
7. Evita el consumo de leche animal, incluso la pasteurizada y la larga vida.
Hablar de los problemas de salud que se asocian al consumo de leches animales sobrepasa el objetivo de este post; bástenos decir por ahora que que la lactosa presente en la misma, así como las proteínas que contienen son uno de los factores que más pueden alterar tu permeabilidad intestinal y aumentar la inflamación.
8. Consume regularmente probióticos.
Los puedes consumir en forma fermentos a base de leche, como el kéfir, el yogur griego, el skyr, o incluso el kéfir de agua. Todos tienen la bondad de repoblar tus intestinos con microbios buenos normal que te ayudarán a recuperar el equilibrio microbiológico de tu intestino.
9. Siempre mastica muy bien tus alimentos.
Puede sonar muy elemental pero es cierto. Si no masticas bien, disminuye la eficiencia de las enzimas y jugos digestivos en tu estómago e intestinos. Esto causará que moléculas mal digeridas irriten más a tu sistema inmunológico intestinal, empeorando la inflamación y aumentando la permeabilidad.
10. Aumenta el consumo de fibra dietética.
Entre los muchos beneficios que tiene la fibra dietética se incluye el efecto prebiótico; esto significa que ciertos tipos de fibra alimentan a los microbios normales de tu intestino fomentando su multiplicación y recuperación.
Puedes encontrar fibra en cereales enteros (o sea integrales) y legumbres, aunque trata de evitar el trigo; de igual manera consume más hortalizas, alimentos verdes y frutas de todo tipo, bien sea en forma de batidos verdes o en tus platos normales y ensaladas.
11. Consume ocasionalmente enzimas digestivas.
Hazlo sobre todo cuando hayas tomado por mucho tiempo anti ácidos o si sufres de alguna enfermedad digestiva. También es importante que lo hagas si te has sometido a algún procedimiento que altere la anatomía tu sistema digestivo, como un Bypass o un Sleeve gástrico.
12. Haz regularmente un semi ayuno o un ayuno total.
Tu cuerpo y en particular tu hígado tendrán un respiro importante que les permitirá afrontar mejor la carga tóxica de tu organismo.
13. Implementa durante algún tiempo una dieta hipo alergénica.
Este tipo de dieta es muy útil para estimular los mecanismos reparadores del intestino y para apaciguar tu sistema inmunológico.
Si quieres enterarte de cómo hacerla, no olvides consultar este artículo.
Y para terminar, recuerda ser consecuente con lo que estas haciendo. Cuando hayas mejorado de tus dolencias recuerda que tu intestino debe mantenerse saludable. No tendría sentido que te tomarás el trabajo de hacer todo estos cambios en tus hábitos de vida para luego volver a las viejas andanzas.
Si retomas tus hábitos nocivos de vida te garantizamos que solo será cuestión de tiempo para que tu intestino, tu sistema inmunológico y tu cuerpo te pasen nuevamente la factura.
Te invitamos a que te cuides y que hagas cambios duraderos en tu vida. Tu cuerpo sin duda alguna te recompensará.
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Soy Médico y docente desde hace 20 años y a lo largo de ese tiempo, mi práctica profesional me ha permitido repensar los procesos de salud y enfermedad a la luz de un paradigma diferente. Me interesa no solo la práctica médica naturista sino también que las personas con las trato a diario, encuentren algo de valor en lo que he aprendido y puedo compartir, de modo que ellas mismas se conviertan en partícipes de su propio proceso de sanar.