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El ayuno es una de las prácticas de salud natural más antiguas que existen, y tiene  además innumerables beneficios para nuestro cuerpo, no solo a nivel físico, sino también a nivel psicológico y espiritual.

No es una práctica exclusiva de los humanos pues muchos animales ayunan instintivamente  como respuesta a alguna alteración de su salud. Esto nos deja entrever que lejos de ser una un descubrimiento moderno o una moda, el ayuno es un mecanismo intrínseco de curación en la naturaleza del cual nosotros también podemos sacar provecho.

Ayunar no siempre es dejar de comer

Cuando oímos mencionar la palabra ayuno, es probable que nuestra mente inmediatamente lo asocies al hecho de suprimir completamente la ingesta de alimentos. Si bien esto es así en muchos casos, la verdad es que no en todos los ayunos hay que voltear el plato.

Por extraños que suene, es así;  existen muchas modalidades de ayuno en las que sin duda alguna es necesario “cerrar la boca”. Pero el concepto de ayuno es amplio  y tiene variantes en las cuales, pese a que estemos ayunando, seguimos consumiendo algunos alimentos  bebidas.

De hecho la variante de ayuno que te queremos describir en esta oportunidad es uno de esos: un método de ayuno que recomendamos a nuestros pacientes como apoyo a cualquier  tratamiento, y que consideramos lo suficientemente amigable para que la mayoría de nosotros lo pueda realizar en casa de manera sencilla y sin una preparación exhaustiva. 

Este ayuno es una adaptación del método de ayuno higienista o terapéutico descrito por Otto Buchinger,  llamado “ayuno para la persona sana”, que él y sus seguidores hicieron famoso (no si razón) el siglo pasado.

Para hacerlo es muy importante que seas una persona sana, es decir, que te sientas físicamente bien, que estés estable mental y emocionalmente, que no esté bajo una situación de estrés; que no estés bajo ningún tratamiento médico y que no seas consumidor regular o dependiente de alcohol o drogas alucinógenas.

Si no cumples alguno de los criterios anteriores, siempre será necesario que consultes previamente a tu médico, y que en caso de este te autorice a hacer el ayuno, mantengas una comunicación constante y eficaz con él.

Ayunar para sanar

Hay muchas razones por las que deberíamos ayunar periódicamente, y como mencionamos hace un momento, los beneficios van más allá de lo físico. 

Si nos orientamos hacia la salud corporal, el ayuno es beneficioso en casi todos los casos enfermedad. Cuando ayunamos, estamos cortando o por lo menos disminuyendo de manera ostensible la carga tóxica que ingresa a nuestro cuerpo y que es la responsable o la agravante de muchas enfermedades. 

En las enfermedades crónicas, ayunar puede proporcionarnos un alivio importante en los síntomas e incluso puede modificar la historia natural de la enfermedad. Esto es posible gracias a que cuando ayunamos, permitimos que los mecanismo depuradores que limpian nuestro organismo cumplan más eficientemente su función.  

De hecho cuando nos hemos intoxicado o sobrecargado con alguna comida indigesta o contaminada, nuestro cuerpo reacciona generando fenómenos de excreción y eliminación (como la diarrea o el vómito), de manera automática anulando la sensación de hambre y apetito. Esto hace que instintivamente ayunemos hasta que nuestras cuerpo vuelva nuevamente a un estado de equilibrio.

Beneficios que van más allá de lo físico

Ayunar también nos produce cambios psicológicos interesantes: nuestro estado de ánimo mejora;  hay menos tendencia a la ira y a las explosiones agresivas e incluso nuestro patrón de sueño mejora. Muchas personas describen cómo el ayuno es capaz de potenciar nuestra creatividad y en cierta manera nuestra despertar nuestra vena artística.

Sin embargo una de las cosas más llamativas del proceso es lo que ocurre a nivel espiritual puesto que el ayuno es capaz de modificar nuestra consciencia y nuestra percepción de la realidad. Estos cambios paulatinamente nos van transformando como personas. 

No es casualidad que cuando se revisan escritos antiguos de orden religioso, místico o espiritual, muchas de las experiencias místicas descritas en ellos, estén asociadas a la práctica de alguna modalidad de ayuno.

Las bases del ayuno terapéutico

Cuando quieres hacer un ayuno terapéutico o higiniesta, lo que debes hacer en esencia es cambiar temporalmente tu tipo de alimentación. Como ya mencionamos, no hay una supresión total de la alimentación como si ocurre en otras variantes.

En el ayuno terapéutico deberás reducir la ingesta de kilocalorías en tu dieta en un 40 a 60% de las que usualmente consumes. Para esto no tienes que hacer complicados cálculos ni mucho menos dosificar tu comida, sino seguir dos simples pautas que son la base del ayuno higiniesta o terapéutico. 

La primera de estas pautas es que durante el tiempo que dure tu ayuno terapéutico, los únicos alimentos permitidos serán las frutas (ojalá orgánicas), los zumos de frutas y verduras preparados de manera casera, caldos de vegetales también hechos de manera casera, agua potable (ojalá filtrada), té natural de hierbas o tisanas y algo de miel natural.  Eso es todo.

La segunda pauta es, que deberás evitar el consumo de cualquier alimento de origen animal (como carnes, huevos, vísceras o lácteos; de azúcar  en todas sus formas (oculta o visible), de cualquier alimento industrial, de frituras, de alimentos procesados o provenientes de la industria alimenticia, y de cualquier clase de bebidas estimulantes como el café o el chocolate. Tampoco es permitido el consumo de bebidas alcohólicas o el de nicotina.

Es muy importante que mantengas una ingesta generosa de líquidos. Al menos dos litros y medio por día (aunque deberías tratar de que sea más), los cuales estarán representados no solo por el agua, sino también por los zumos de frutas y los caldos de verduras que hacen parte de tu ayuno.

Esta ingesta de líquidos no es solo para mantener tu estado de hidratación normal, sino también para que tus riñones produzcan más cantidad de orina y eliminen toxinas, complementando así uno de los objetivos que persigues cuando ayunas.

Tiempo de duración del ayuno terapéutico

Como mencionamos antes, si eres una persona saludable, la idea es que tu ayuno se haga por cortos periodos de tiempo. Puedes iniciar con dos o tres días, y en cada nuevo ayuno extender la duración hasta que llegues a la semana entera.

Si es la primera vez que ayunas, es posible que las primeras horas sean particularmente difíciles, por la supresión de ciertos sustancias que nuestro cuerpo recibe diariamente (cafeína y azúcar principalmente). Nos hemos encontrado con muchas personas que realmente no soportan llevar su ayuno más allá de seis o doce horas como máximo y que claudican.

La buena noticia es que aún esos microayunos de pocas horas tienen un efecto benéfico en tu cuerpo aunque nunca sea comparable a lo que se alcanza cuando logras llevar tu ayuno por varios días (sin pasar de la semana, claro está).

Los ayunos más prolongados, como el propuesto por por Buchinger en su método y que pueden llevarse hasta las seis semanas, siempre deberán hacerse estando acompañados de personal de salud.

La periodicidad con que se hacen estos ayunos depende mucho de tus hábitos de vida y de tu estado de salud. Hay personas que rigurosamente ayunan una vez al año mientras que otras lo hacen más frecuentemente o después de periodos de alta toxicidad dietaria (como las fiestas de fin de año, por ejemplo). 

En realidad no hay una norma estricta y serás tú quien determina la periodicidad ideal que tu cuerpo necesita.

Recomendaciones generales para tu ayuno terapéutico

Si eres sano, este ayuno terapéutico corto (tres días) que te proponemos no requiere preparación previa o una logística compleja. Aún así queremos darte algunas recomendaciones que pueden hacer que  tu experiencia con el ayuno terapéutico sea lo más amigable posible:

Para ayunar, quédate en casa

Trata de hacer tu ayuno terapéutico en los fines de semana o los días de vacaciones. No te recomendamos que lo hagas en tus días normales de actividad, ya que tu cuerpo se fatigará fácilmente y es casi seguro que te pida a gritos que le des descanso y que te obligue dormir durante el día.

Soporta la tormenta de la supresión

Como ya mencionamos antes, cuando estes en tu ayuno terapéutico las primeras horas (y a veces los primeros días) serán los más duros. Las razones son dos: primero la reducción dramática en el número de kilocalorías de energía que estás consumiendo; segundo, que es posible que tu cuerpo esté acostumbrado durante años al consumo de azúcar, de cafeína o de nicotina, y que proteste enérgicamente porque le estás negando su dosis diaria normal de estas sustancias.

Esta protesta de tu organismo toma la forma de una especie de síndrome de abstinencia en el que es posible que sufras de fatiga fácil y ante mínimos esfuerzos, somnolencia excesiva y dolor de cabeza.

También es casi seguro que en este tiempo inicial tengas síntomas de ansiedad y te pongas de un humor insufrible, por lo que no está demás que adviertas a tus allegados  y acompañantes para que te apoyen y entiendan que es parte del proceso.

La idea es soportes toda esta tempestad inicial comiendo fruta dulce y durmiendo a pierna suelta siempre que tu cuerpo te lo pida; pero, si en algún momento los síntomas son demasiado severos, entonces usa la miel. Recuerda que está permitido comer miel pura; en teoría una o dos cucharadas soperas de miel de abejas te ayudarán a paliar este tormento y te permitirán seguir adelante.

Acondiciona tu atuendo y tu espacio inmediato

Vístete cómodamente. Aunque dependerá mucho del clima en el que vivas, recuerda que al disminuir la cantidad de energía que comes, tu cuerpo producirá menos calor. Esto hará que sientas frío, por lo que es importante que te abrigues adecuadamente y estés confortable.

Desconéctate del mundo. Apaga tu celular y la televisión; no veas noticias ni fisgonees por las redes sociales. Trata de pasar el tiempo de tu ayuno terapéutico realizando otras actividades más personales. Leer o releer tus viejos libros o escuchar música suave por ejemplo, te permitirán  crear un espacio de relación más estrecho contigo mismo.

Trata de establecer espacios de conversación con tu familia o tus allegados de modo que puedan pasar tiempo juntos. Esta experiencia apoya psicológicamente tu proceso de ayuno.

Reconecta con tu espíritu

Si tienes alguna práctica espiritual o religiosa, aprovecha esas horas de ayuno para realizar algún rito que te conecte con tus creencias, sean estas religiosas, místicas o de cualquier tipo. También es muy recomendable que, en caso de que las tengas, retomes tus aficiones artísticas pintando o dibujando.

En lo personal, a nosotros nos gusta pintar mandalas impresos, con lápices de colores o acuarelas. Esto, más allá de que sea o no arte, favorece mucho la concentración y ayuda a vaciar la mente durante diferentes lapsos.

Si no eres religioso o creyente en algo, no importa; simplemente trata de meditar y pasar tiempo en silencio sin someterte a distracciones externas como los dispositivos electrónicos y la televisión. Es  posible que te sorprendas de la forma en que comienzas a percibir el mundo.

Respeta el ritmo de tu cuerpo

Permite simplemente que tu cuerpo retome sus patrones normales de sueño y vigilia. Si bien es claro que al principio dormirás bastante en el día, la idea es que aún así trates de acostarte temprano cuando llegue la noche (ojalá unas dos o tres horas después del último zumo o el último caldo de verduras), y sin exponerte a luces artificiales para no perturbar la secreción normal de melatonina en tu cuerpo.

Estimula tus emuntorios

Es muy útil que mientras ayunas, hagas algo por estimular los procesos depurativos y por estimular los órganos de excreción tu cuerpo. Hay muchas opciones: recibir un confortable masaje de relajación y estimulación linfática, usar compresas calientes  o pindas herbales  sobre la región del hígado, hidroterapias o sesiones de sauna y baño turco, enemas de café orgánico o de hierbas medicinales, ejercicios de respiración, entre muchos otros.

También es muy útil que estimules la función digestiva usando Sal de Glauber o sulfato de magnesio, ya que durante el ayuno disminuyen los movimiento intestinales lo que hace que las secreciones digestivas (en especial la bilis) se acumulen y puedan provocar náuseas, distensión del abdomen y cambios indeseables de la microbiota intestinal. 

Explicar cada uno de estos métodos nos desviaría del objeto principal de este post, por lo que lo haremos en otros artículos. 

Ten precaución con la actividad física

Durante el primer día, e incluso a veces el segundo y el tercero, no te recomendamos que hagas ejercicio o actividad física debido a la sensación de fatiga e hipotensión que pueden ocurrir. Sin embargo, cuanto tu objetivo es ayunar durante más días, el ejercicio físico  se hace esencial.

Si haces ejercicio, no solo estás estimulando la circulación y oxigenación de todo tu organismo, sino que además estás estimulando a tus pulmones a expulsar toxinas; estás optimizando la circulación de linfa y estás protegiendo tu masa muscular.

El ejercicio suave también te ayuda a regularizar la producción de calor en tu organismo y te provee una sensación de bienestar  que refuerza positivamente tu motivación durante todo el proceso de tu ayuno terapéutico.

Solamente recuerda que no debe hacerse durante el primer o segundo día de ayuno, y que siempre deberá ser ejercicio aeróbico con una intensidad leve a moderada.

La vuelta a la normalidad

Cuando hayas terminado tu ayuno es prudente que durante uno o dos días, hagas una reintroducción gradual de los alimentos usuales en tu dieta.

Hay distintas formas de hacerlo, pero en esencia de lo que se trata es de introducir nuevamente los alimentos de tu dieta normal. Podrías durante un día, consumir en porciones normales cereales, legumbres y frutos secos, y al día siguiente volver a consumir alimentos animales como los lácteos o las carnes.

El azúcar en todas sus formas, los alimentos procesados y refinados, así como el café y el alcohol, no deberían regresar a tu dieta, pero si lo haces, deberían ser los últimos en retornar y las cantidades consumidas deberían ser mínimas.

Al final de todo, no debes olvidar que un ayuno de cualquier clase es en esencia un proceso de limpieza y de renovación. No tendría mucho sentido que te tomes tantas molestias en beneficio de tu cuerpo para después “ensuciarlo” a la primera oportunidad que tengas

Por último recuerda:

Existen personas que ayunan movidas por diferentes razones (muy discutibles en algunos casos), y  que se alejan un poco de la esencia de esta práctica milenaria. Estas razones van desde bajar de peso hasta encajar en la moderna ola fitness que es tan popular en estos días.  Sin embargo es un hecho que para muchos otros, el ayuno marca un punto de inflexión en sus vidas que va de la mano de una mayor consciencia de salud y de una búsqueda de bienestar que no se limita solo a lo físico o a la apariencia. 

Esperamos que esta herramienta de salud que hemos discutido aquí, sea para ti no solo algo que te apoye en el mantenimiento de tu bienestar físico, sino que haga parte de tu propio proceso de búsqueda interior y  sanación personal.

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Referencias

Imagen de la entrada: <a href=’https://www.freepik.es/fotos/alimentos-naturales’>Foto de alimentos naturales creado por freepik – www.freepik.es</a>

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Soy Médico y docente desde hace 20 años y a lo largo de ese tiempo, mi práctica profesional me ha permitido repensar los procesos de salud y enfermedad a la luz de un paradigma diferente. Me interesa no solo la práctica médica naturista sino también que las personas con las trato a diario, encuentren algo de valor en lo que he aprendido y puedo compartir, de modo que ellas mismas se conviertan en partícipes de su propio proceso de sanar.

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